jueves, 24 de noviembre de 2011

La cultura del deseo


“La ciudad y el deseo
Guía gay de Buenos Aires”
De Julián Gorodischer
Fotografías de Sebastián Freire
Editorial Sudamericana. Narrativa Argentina
2011, 216 p. $ 65

El nuevo libro de crónicas de Julián Gorodischer es una descripción de sentimientos amorosos y sexuales, con la coartada de una excursión por Buenos Aires.

Por Gabriela Riera
Un recorrido escogido de forma selecta por bares, calles y otros lugares públicos, con un mismo denominador: rozarnos con la cultura gay porteña, es la invitación de la novela “La ciudad y el deseo. Guía gay de Buenos Aires” de Julián Gorodischer. Pero no se queda solamente en eso, sino que nos propone conocer reglas de convivencia, engaños, disgustos, placeres, alegrías, encuentros sociales y sexuales de la comunidad, porque quizás, como lo define su autor: “Lo que hacemos es lo que define en lo que nos convertimos, mezcla de voluntad y genética”.
Escrito desde “adentro” de la homosexualidad, románticos incurables se transforman en borrachos irresponsables bajo los recuerdos de acusaciones paternas en excursiones por “Alimentos Salgado”, el “Faena Hotel”, Marcelo T. de Alvear, la Línea Sarmiento, o el Hipódromo o la Plaza Dorrego de San Telmo, por nombrar sólo algunos.
Un escritor frustrado que reflexiona sobre un cambio de vida, será nuestro guía turístico: “A medida que me acerco a los cuarenta, sin haber conseguido los objetivos que me había propuesto, sin haber alcanzado la creatividad, me siento oscuro, mediocre, como si mi destino no fuera culpa mía; me faltan el ingenio y el valor para ajustar mis crónicas a temas que no carezcan de importancia”.
En este camino por lugares de encuentro “las expectativas de encontrar el amor siguen intactas”, pero translucen la atracción meramente física, el culto al cuidado estético: “la piel pálida y las panzas cerveceras no compiten con los esculturales torsos pero insistimos en forzar la sensación de juventud y vitalidad obligatorias”. En algún caso hasta incluyen violencia y repulsión; confesiones de humillación y vergüenza inculcadas por la familia, que terminan en pozos depresivos; autocompasión y victimización.
El catálogo de personajes recorre todas las posibilidades de parejas y relaciones: violentos, afeminados, maricas, travestis, explotadores, abusadores, tríos, parejas estables que buscan procrear y educar hijos, jóvenes, maduros, matrimonios psíquicos,  todos definidos como “rarezas humanas”, que también incluyen sentimientos contradictorios y capacidades amorosas.
No falta el desprecio hacia las vecinas “muy bien puestas” y los “machos alfas”; las clases sociales y sus diferencias en las relaciones homosexuales que también son recorridas geográficamente.
El consumo de alcohol se mezcla con la diversión y anticipa los encuentros sexuales que, deliberadamente promiscuos y casuales, se van profundizando en el relato. Al principio se insinúan, pero luego son plenamente descriptivos, con sus secreciones, vapores y texturas. El autor define: “El sexo, menos como tema que como una potencia narrativa que se manifieste en la prosa”.
La jerga del lenguaje, y los relatos íntimos nos muestran un mundo definido que puede ser un descubrimiento para el que no lo frecuenta y quizás obvio para el que lo conoce.
Por momentos, el libro termina siendo un resumen de encuentros sexuales, territorialmente descriptos, que incluye reflexiones filosóficas y de género y, también por momentos, algunos hechos se transforman en frases hechas y cursis, con un final sorpresivo, que no elude el golpe bajo.
Merecen un comentario las fotografías en blanco y negro de Sebastián Freire distribuidas en varias páginas y al principio de cada capítulo, por su cantidad y su erotismo que, sin embargo, no siguen un guión o relato, sino la pura y simple muestra de la sensualidad de los cuerpos masculinos.
Sobre el subtítulo, “guía gay de Buenos Aires”, podríamos decir que desvía la atención hacia una veta comercial que no está del todo plasmada en el libro, y que podría menospreciar la descripción de los usos y costumbres de un grupo social que se define con pericia en el texto, por género y por sus gustos sexuales.

Sobre el autor: Julián Gorodischer, trabajó como periodista en varios medios nacionales, luego de graduarse en periodismo y literatura en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es editor jefe de la revista de cultura Ñ, editada por el Diario Clarín. Entre otros es autor de “La ruta del beso” (2007), libro del año según la revista Rolling Stone, y “Orden de compra. Diarios de un consumidor compulsivo” (2010).

jueves, 10 de noviembre de 2011

Medina, yo y mi otro yo. Sobre "En los márgenes" de Ignacio Molina

 Por Cocó Muro
  

                                                                                                                                                                                            

En los márgenes
Ignacio Molina
Editorial 17 grises. 96 páginas
$40

Durante una fiesta de casamiento en el Tigre, un lector le comenta al protagonista escritor de En los márgenes -Medina- que leyó su libro, que tuvo ganas de matarlo hasta la página 30, pero que después lo entendió. Casualmente (o no) este diálogo se da a la altura de la página 29 del libro de Molina, e inmediatamente en la siguiente, el mismo lector le pregunta intrigado a Medina: “¿Pero vos sos así?”.
Ignacio Molina se siente cómodo en el campo de lo cotidiano desde donde desdibuja el límite entre lo biográfico y lo ficticio, porque a fin de cuentas, y citando a Juan Forn, «de eso se trata la literatura: de dar a las cosas el nombre que uno cree que tienen».
En los márgenes, quinto libro de Molina después de Los estantes vacíos (cuentos, 2006), Viajemos en subte a China (poesía, 2009), Tribus urbanas (ensayo, 2009) y Los modos de ganarse la vida (novela, 2010),  se compone de una serie de textos seleccionados de su blog Unidad Funcional en el que el autor, expuesto en un yo explícito, hace entrega de polaroids repletas de sueños, miedos y ambiciones; la infancia en Bahía Blanca y su cotideaniedad como padre de Fausto y como escritor que recibe críticas y elogios.

El autor reconoce, en una entrevista al diario Crónica, que muchos de sus textos fueron escritos para ser publicados en su blog y que «tal vez el hecho de no ser pensados como literatura con mayúsculas (algo que nunca debería hacerse) haga que se lean de otra manera. Un amigo me dijo que si yo fuera una banda, En los márgenes sería como un disco de rarezas dentro de mi obra. Me gustó eso».
Pero cuando el relato viaja del blog hasta el libro ya no es Ignacio Molina quien nos habla, sino “Medina”, al cual le preguntan si su nombre de pila va con H, como el Horacio Olivera de Cortázar, que se anima a cambiar de lugar sus iniciales en una suerte de juego apelativo para disfrazar de parodia su propia identidad.

Medina divaga por Buenos Aires, se reconoce parte de la “última generación viva con recuerdos de los años de tiranía militar” y nos presta ejes de identificación y posibles puntos de referencia. Cruza datos, expone sus pensamientos de libre asociación y manifiesta emociones para configurar su propia identidad como escritor, padre separado, niño herido y pasajero del 39.
Cuando en uno de los pasajes del libro se pregunta cuál es “la literatura que se mueve en los márgenes” reconoce no saberlo, observa unos obreros trabajando y ensaya una respuesta: “eso es moverse en los márgenes, pienso: trabajar a la intemperie, en el borde la cornisa, a las siete de la mañana un día lluvioso”.
Medina sueña mucho y lo relata – incluso cierra la crónica sobre el nacimiento de su hijo “Flavio” deslizando la posibilidad de que todo podría haber sido parte de un sueño -, y en cada relato sobrevuela la nostalgia: “la certeza de que ya nada, nunca más, volverá a ser como antes”.

Sueña mucho y no es difícil imaginarlo: en “Miedo a la oscuridad”, “La fuga” y “De cómo casi me hago millonario”, Medina se la pasa en pijama.
En “Continuidad de los kioscos”, es Molina quien pone a prueba el concepto de metaliteratura, un discurso que trata casi sobre sí mismo al narrar que se narra y poniendo en evidencia sus condiciones de producción, tal como lo hace a lo largo de todo el libro. Desde el título remite al relato circular de “Continuidad de los parques” de – otra vez – Cortázar, pero en clave tragicómica y circunscripta a la situación urbana del «voy al kiosco y vuelvo», con la excepción de que el protagonista de la historia tiene ciertas dificultades para cumplir con la segunda parte del cometido.
¿El afán por escribir proviene de creer que lo que nos pasa y lo que pensamos es significativo e interesante, o es que acaso lo que nos pasa y lo que pensamos deviene significativo e interesante porque lo escribimos?
Molina (y no “Medina”) logra que se vuelva significativo e interesante usando la primera persona, estilo cuestionado y emparentado con la nueva narrativa, y con el mismo tono bloguer de donde proviene.
La hipótesis se confirma: no es lo que contamos, sino cómo lo contamos; Molina lo hace extrovertido desde la intemperie, en los márgenes.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El escritor y sus fantasmas. Sobre "Formas de volver a casa" de Alejandro Zambra

Alejandro Zambra ensaya, a partir de un relato dentro del relato, una manera personal e íntima de regresar sobre su pasado y, desde ahí, al pasado reciente chileno. Formas de volver a casa, la tercera novela del autor trasandino, es una vuelta a los recuerdos -aquellos que parecen insignificantes- para hilvanar, desde un costado secundario, una forma de abordaje de la historia y de la narrativa.

Por Martín Massa
En la primera página dos epígrafes revelan la intención. Uno de Romain Gary: “En lugar de gritar escribo libros”. Otro de Walter Benjamin: “Ahora sé caminar; no podré aprender nunca más”. Cada uno de estos autores construyó un relato (La Promesa del Alba
e Infancia en Berlín hacia 1900, respectivamente) en la adultez que escarba en los recuerdos e impresiones de sus infancias para entender los giros y cambios que se sucedían en Europa. De algún modo volvían a sus primeros años para leer en los contrastes.
Alejandro Zambra parece construir con el mismo propósito Formas de volver a casa, su tercera novela. En un ritmo de dos por cuatro (dos historias en cuatro partes), vuelve -con nostalgia y desde distintos lugares y momentos- a esos recuerdos, a esa casa, para cuestionar el pasado y el presente en clave histórica.
Las cuatro partes del libro conforman un todo que juega en espejo, donde Zambra expone, parafraseando a Jitrik, la imposibilidad de unir los planos de la experiencia literaria y la experiencia vital. Esos planos terminan configurando las dos historias que componen la obra: Una novela que nos habla de la dictadura pinochetista a partir de una familia con un papel secundario, y el diario que revela los vaivenes en el proceso de escritura y de vida del autor de esa novela.
La primera historia es un relato en primera persona que narra el regreso a la infancia para “iluminar algunos rincones, los rincones donde estábamos” y, desde allí, emprender un regreso inquietante. “Yo pensaba que tal vez había cierto tipo de suciedad que simplemente yo no distinguía, que cuando grande quizás vería capas de polvo donde ahora no veía más que el piso encerado y maderas lustrosas”. A partir del terremoto de 1985 (“Confusamente intuía que ése era el dolor verdadero”) va echando luz sobre los recuerdos para encontrar esos rincones. El  protagonista, de nueve años en ese momento, conoce a Claudia la noche del terremoto. Ella es una vecina que lo sigue en sus largas caminatas y le pide un extraño favor: que le haga de espía. La historia, mínima, le sirve de excusa. Desde el lugar de personaje secundario -ya que la novela está reservada para los adultos-, y desde la ingenuidad, da cuenta de un cuadro de situación, de miedo inminente, y de los roles: “Mi papá no es nada, respondí con seguridad”. El reencuentro de los personajes “secundarios” veinte años después termina de cerrar una vuelta a casa inquisidora y dispuesta a matar una imagen que, con la distancia, parece estar más clara: el supuesto lugar neutral de su familia durante la época de Pinochet. “Todos estaban metidos en política, mamá. Usted también. Ustedes. Al no participar apoyaban a la dictadura”.

martes, 1 de noviembre de 2011

Desmanes del periodismo cultural. Sobre la mesa debate "Rocky vs Drago. Suplementos Culturales y Proyectos Alternativos".

Por Mariel Breuer

El martes  11 de octubre se presentó en la sede porteña de la Universidad Nacional de La Plata el ciclo “¿Rocky vs Drago? Suplementos culturales y proyectos alternativos.” Dos mesas de debate integradas por alumnos de la Especialización en Periodismo Cultural tuvieron lugar esa tarde, en la que se hizo un repaso por los medios masivos e independientes que difunden las noticias de cultura.

El periodismo pierde peso frente a una  población mundial que, de la mano de las redes sociales,  se convierte en algún tipo de medio de comunicación. Lo que aún no entra en crisis es la exigencia de la responsabilidad del periodismo, aunque no siempre se lleve a la práctica. Muy distinto es lo que se le exige al “nn” que postea compulsivamente; que no suele ser más que algo de sensacionalismo. En este contexto que rompe barreras geográficas, el periodismo cultural genera una serie de debates que mantienen vigencia desde al menos los años ‘90.
Algunos de los cuestionamientos más escuchados insisten sobre la pregunta sobre qué es cultura, qué temas deben atender las revistas culturales, cómo el criterio editorial del medio segmenta al público lector, cuáles son las diferencias entre alta y baja cultura; los favoritismos y los compromisos. En este mismo marco nacen o emergen una cantidad considerable de medios alternativos e independientes. El objetivo que buscan es el de mostrar una mirada propia no influenciada por aspectos externos a la labor (o mejor dicho a la vocación) periodística.
El primer momento del ciclo nos llevó hacia un análisis de los suplementos culturales de más rotación en el país. Ellos pertenecen a tres de los diarios argentinos de mayor alcance: ADN de diario La Nación, Ñ de diario Clarín y Radar del diario Página 12. El grupo de disertantes conformado por los periodistas Gabriela Riera, Fabián Bernal y  Eduardo Guzmán moderados por el  Lic. Martín Massa, utilizan una pregunta clave para definir la función de estos suplementos: ¿Periodismo o  marketing cultural? En ésta pregunta  se esconde una intención tendenciosa que se confirmó a lo largo de la exposición de los integrantes. El análisis del contenido de cada revista fue profundo y comprometido aunque bañado por una cierta negatividad con respecto a la tarea de ADN y Ñ particularmente. Sin embargo, el discurso de este grupo no cayó en soluciones facilistas que terminarían siendo irrespetuosas. La mesa criticó principalmente la falta de diversidad cultural reflejada en los artículos, algún tipo de favoritismo con algunos grupos editoriales, géneros o autores. También criticó la banalidad y tono de algunas notas, en particular las relacionadas a artes visuales o la sección de agenda. La pregunta que cerró el panel fue del público y puso de manifiesto la tendencia del debate: ¿Qué fue lo que sí les gustó de estos suplementos?
Luego de un pequeño corte se pasó al segundo panel que se enfocó en el desarrollo de tres casos de medios independientes analizados por sus fundadores cual negocio atendido por sus propios dueños.  A diferencia del panel anterior lo que predominó fue la experiencia de cada integrante. Se plantearon las fortalezas y debilidades así como también la proyección del periodismo independiente en el futuro cercano y su inevitable “institucionalización”. Moderados por Matías Rodríguez, Sebastian Hacher (indymedia argentina), Cocó Muro (Dadá Mini) y Ximena Tordini (Radio La Tribu), se preguntaron el ¿de quién? ¿para qué? y ¿por qué? de los medios independientes.
Las relaciones conflictivas con el público, con los anunciantes, con los subsidios y con los proveedores mantienen a estos medios alternativos en un constante desequilibrio, los mantienen “IN THE PENDIENTE”, como se tituló la mesa. Hacher, Muro y Tordini contaron cómo se maneja un medio donde no existe una “bajada de línea” de ningún tipo y constantemente se toman decisiones en equipo. El fin perseguido es siempre ese primer objetivo, a veces un tanto ideológico, de comunicar por sentir la necesidad de hacerlo, de contar “mi” lado de la historia.
Otro punto importante que abre una nueva serie de preguntas tiene que ver con el lugar que ocupan hoy los medios independientes. En este sentido, hay  un cambio en la apertura del campo. Grandes grupos y pequeños productores se mezclan porque tienen distintas ventajas para ofrecer y al final del día lo que importa es cumplir con un deadline. Si el gran grupo editorial necesita al pequeño medio, lo va a tomar. Así, los medios independientes de la actualidad están en los márgenes y “entran y salen” constantemente del mainstream.  De esta manera, ciertos límites se vuelven borrosos y, en el mejor de los casos, todos ganan.
Los problemas del periodismo cultural no se agotan. El conflicto es constante; los conceptos definitivos son pocos. La cultura sigue siendo una ciencia “blanda” que aunque debe ser tratada con rigor, permite discusiones, posiciones opuestas y nuevas conclusiones día a día. El periodismo, por su parte, también se encuentra en una situación en la que ninguno de sus parámetros es absolutamente fijo. En la era digital la información llega tan rápido y por tantos lugares  que la portada de un diario rara vez tiene una primicia. El dilema de hacer noticias en solo 140 caracteres, por un lado y el uso indiscriminado de la palabra, por el otro.
Ambos paneles pusieron de manifiesto solo dos de los muchos problemas que enfrenta el periodismo cultural en el siglo XXI con profesionalismo y claridad. Las preguntas siguen abiertas pero eso es solo síntoma de que, entre nuevos medios, nuevos actores y nuevos conflictos, “no está muerto quien pelea”.

jueves, 27 de octubre de 2011

Escritor escrito. Sobre “En los Márgenes” de Ignacio Molina

En los Márgenes, relatos cuasi autobiográficos del bahiense Ignacio Molina que, entre paseos a la plaza, viajes en colectivo, pañales y chupetes, se hace un lugar para anotarlo todo.

Por Micaela Ortelli

En lo que va de su carrera, Ignacio Molina –nacido en 1976– lleva publicados un libro de relatos, otro de poemas, un ensayo y una novela. Además, es periodista, corrector de estilo y, en tiempos libres y no tanto, un asiduo concurrente de las redes sociales. Molina, en pocas palabras, se la pasa escribiendo. Prueba de ello es su último libro, una –en principio– recopilación de textos publicados originalmente en el blog Unidad Funcional. Este dato resulta fundamental para entender por qué el primer encuentro con la obra resulta desconcertante: ¿Qué quiso hacer Molina? ¿Por qué escribe así?

En los Márgenes está estructurado en nueve relatos que parecieran formar un embudo. El primero –que le da nombre al libro– es una pequeña novela. Le siguen ocho textos cortos, el último de los cuales, Un padre de familia sin auto, es una cronología de recuerdos más que un cuento convencional. Profundizando un estilo que ya despuntaba en su novela Los Modos de Ganarse la Vida, Molina vuelve a construir un personaje urbano, observador meticuloso y callado. Sólo que, esta vez, ese personaje es él y la representación de esa personalidad es explícita: “-Che, Medina piensa todo el tiempo, ¿no? … -Para mí, parece que piensa todo el tiempo, pero en realidad está registrando...”. Si bien el autor define a la obra como “tramposamente autobiográfica”, el estilo que elige para narrar le juega en contra si el propósito era hacer ficción. Los textos están escritos de forma tal que el lector cree que absolutamente todo lo que se narra es cierto, salvo el nombre del protagonista. Y entonces la pregunta que surge es: ¿Para qué cambiarlo?

La primera impresión al leer es que el autor-narrador-protagonista resulta simpático (un padre joven empujando el cochecito no puede fallar), y tiene una mirada filosa sobre lo cotidiano. Octavio repara en lo invisible, en lo que normalmente pasa desapercibido: la pileta vacía, la avenida Cabildo llena de gente, los micro-movimientos de las personas... “Por la ventanilla, pude ver sus manos sobre el asiento trasero: en la izquierda sostenía un cigarrillo intacto, y con la derecha alisaba un billete de diez pesos.” Quizás lo más logrado de En los Márgenes sea precisamente eso: la sensibilidad con la que el personaje se enfrenta al otro (a la partera, al técnico de la PC, al chofer del colectivo…) y luego le da voz en el relato.
Si la lectura genera alguna incomodidad, ésta tiene que ver con que la narración es tan autorreferencial que, por momentos, el lector siente que está leyendo un diario íntimo, que está cometiendo una indiscreción. Esto tiene su razón de ser: los blogs hoy funcionan como los “diarios de escritores” del pasado. La diferencia es que, quien mantiene un blog, está pendiente de un lector inmediato; como Medina, que con su hijo recién nacido en el sanatorio, encontró excusas para salir a postear a un locutorio. Los textos de Molina en Unidad Funcional son casi apuntes, “recuerdos que se cuelan todo el tiempo por las ranuras de la vida cotidiana”, reflexiones de esas que a veces se anotan rápido en una hoja suelta (o en un margen) a riesgo de que se olviden. Más adelante, el autor decidió hacer algo con esos textos: repasó los posteos de más de cinco años atrás, tomó algunos, los contextualizó, y los insertó en una historia que es la suya pero no necesariamente ni en su totalidad, en tanto el personaje se llama Octavio Medina y no Ignacio Molina. Pero las intenciones siguen sin quedar claras: no sabemos si Molina quiso hacer ficción, autobiografía o, simplemente, experimentar.
El estilo de En los Márgenes se justifica recién cuando se deja de cuestionarlo y se empieza a disfrutar de una literatura entretenida y, por momentos, profunda (sobre todo en los relatos cortos, donde se concentran los recuerdos más densos). Cuando Molina escribe en su blog, lo hace sin exigencias literarias como la de seguir una trama o generar expectativa; de ahí se desprende que el libro tampoco busque esos efectos, y que eso desconcierte al lector habituado a la estructura introducción-nudo-desenlace.
Material narrable había de sobra: una novia embarazada, una separación, un hijo chiquito, recuerdos felices, otros dolorosos… En los Márgenes podría haber sido contado de otra manera pero, por alguna razón, el autor prefirió hacerlo así. Hacia la mitad del libro, el autor-personaje plantea una pregunta: “¿Qué es una literatura robusta? ¿Y una literatura que se mueve en los márgenes?” Y si bien a continuación afirma que nunca entiende del todo bien “ese tipo de definiciones”, nadie mejor que él para ensayar una respuesta.

jueves, 20 de octubre de 2011

Preguntas finales al panel "IN THE PENDIENTE"



Últimos momentos de la mesa debate ¿ROCKY VS DRAGO? SUPLEMENTOS TRADICIONALES Y PROYECTOS ALTERNATIVOS.

Cocó Muro (Revista Dadá Mini), Sebastián Hacher (Caso Indiemedia), Ximena Tordini (caso radio La Tribu).
Moderador: Matías Rodríguez


¿Aceptar subsidios? ¿trabajar en proyectos de otros para generar recursos para que funcione el propio? ¿Qué pasa si tenemos auspiciantes?

martes, 18 de octubre de 2011

Storytelling. Sobre "Bellas Artes" de Luis Sagasti


Bellas Artes, tercera novela de Luis Sagasti, es un compendio de pequeñas historias que configura un relato original sobre la presencia de la narración en la experiencia humana.

Por Eduardo Guzmán


"Dame un dato y aprenderé. Dime una verdad y creeré.
Cuéntame una historia y la llevaré en mi corazón para siempre"
Proverbio indio



Algo cae desde el cielo. A la distancia, no se puede apreciar de qué se trata. Son dos ojos los que descubren esa mancha en el paño celeste, pero pronto se multiplican. Miradas atónitas y silenciosas. La cosa sigue su rumbo descendente. Las bocas, abiertas hace rato, ahora pueden balbucear unas palabras e intentan darle un sentido a lo que acontece. Ya más cerca del suelo, una figura humana  comienza a distinguirse más nítidamente. Los días pasan. La caída sigue, ahora en forma de relato que trata de explicar quién era esa persona y, sobre todo, cómo fue que llegó tan alto. Historias como esa hay muchas, algunas las cuenta Luis Sagasti en Bellas Artes, su tercera novela. En un ejercicio que pone al propio acto de narrar en un lugar central,  Sagasti convoca a una serie personajes excepcionales, “luciérnagas”, cuyas peripecias se entraman en un montaje hipertextual y erigen una obra compleja e inclasificable. A su vez, esos personajes y sus anécdotas, se configuran como microscópicas leyendas.
La leyenda es una figura emparentada a la tradición y a su transmisión oral. Se trata de una narración con elementos extraordinarios pero que no descuida el verosímil. A pesar de que los hechos que acontecen en Bellas Artes son en su mayoría fácilmente comprobables, lo maravilloso se apodera del relato a cada momento. Por ejemplo, en la historia del cura brasileño Adelir de Carli, un Capitán Beto que armó su nave sujetando una silla a cientos de globos inflados con helio y del que se perdió rastro a las pocas horas de su despegue. O en lo que se cuenta de Joseph Beuys, uno de los fundadores de Fluxus, cuyo avión en la Segunda Guerra Mundial fue derribado en los bosques de Crimea y que salvó su vida gracias al socorro de unos tártaros que lo abrigaron con pieles y grasa animal. En esos días de debilidad febril, Beuys vio a un chamán convertido en alce y habló una lengua desconocida. Tomej, un tártaro que de niño asistió a estos sucesos, fascina una y otra vez a sus nietos con el cuento del aviador que cayó en el bosque. La enumeración puede seguir porque son muchos los personajes que circulan a lo largo de la novela. Una escritura condensada y precisa es la condición para que, en la brevedad del libro, ocurra tanto. Tal vez el mayor logro de Sagasti sea que el relato se desenvuelva en un tiempo suspendido, como el de la adrenalina o el del sueño.

viernes, 14 de octubre de 2011

Mesa Debate. Panel Periodismo o Marketing Cultural. El caso ADN, Ñ y Radar.

Por Eduardo Guzmán*

*Fragmento de la exposición en el marco de la Mesa Debate ¿ROCKY VS DRAGO? 

El siguiente trabajo se realizó sobre la base de los libros que fueron reseñados o presentados en entrevista en el suplemento Adn Cultura (Diario La Nación) del 30 de septiembre y del 7 de octubre, la Revista Ñ (Clarín) del 1 y 8 de octubre y Radar libros (Página 12) del 2 y 9 del mismo mes. No se tomaron en consideración los libros que fueron brevemente comentados.

Algunas de las estadísticas comentadas en el panel  constituyen un punto de partida para seguir analizando el estado de ciertas cuestiones relacionadas a criterio editorial, legitimidad, etc. Sugerimos prestar atención, especialmente, al punto dos, que evidencia en esta muestra una clara desigualdad entre mujeres y varones que escriben en los suplementos, así como también, entre escritores y escritoras reseñados.


1. Cobertura por género literario:

Lo primero que se lee es el lugar que ocupa la novela en las secciones literarias de estos suplementos y creo que lo segundo es el lugar que ocupan poesía y cuento. Por otro lado el 39% que ocupa la categoría “Ensayo, filosofía y otros” tal vez no parezca tan poco, más allá de la cantidad de géneros que abarca, si se lo piensa como una relación 60-40 entre ficción y no ficción.

Género literario por Suplemento
Género
Adn
Ñ
Radar
Novela
8
8
12
Cuento
0
1
2
Poesía
1
0
2
Ensayo, Filosofía y otros
3
5
4
Total
12
14
20

2. Cobertura de libros escritos por mujeres y por varones


El gráfico de por sí es elocuente. Puede agregarse cómo se distribuye esta situación en cada suplemento:

Sexo de autoras/es por suplemento

Sexo
Adn
Ñ
Radar
Total
Masculino
10
10
19
39
Femenino
2
4
1
7
Total
12
14
20
46

También es contundente la diferencia entre hombres y mujeres que firman las reseñas y entrevistas en este recorte:



Seguiremos publicando estadísticas, las conclusiones y planteos que fueron surgiendo en este encuentro destinado a analizar algunos de los Suplementos Culturales argentinos. Ojalá este trabajo sea retomado y profundizado por quienes trabajan en los medios, y por quienes se dedican a estudiarlos.

domingo, 9 de octubre de 2011

La larga marcha de la juventud chilena. Sobre "Formas de volver a casa de Alejandro Zambra"

La infancia durante la dictadura pinochetista es el eje de Formas de volver a casa. En su tercera novela, Alejandro Zambra, elabora un relato personal sobre su generación y la de sus padres.

  
En la primera página de Formas de volver a casa,  el narrador es un niño que sale con sus padres y se pierde al regresar. “Tomaste otro camino”, le dice la madre cuando por fin se encuentran. Él piensa que la que tomó otro camino es ella, pero no dice nada. La tercera novela del escritor chileno Alejandro Zambra está dividida en cuatro partes que se encastran entre sí, y trata de eso: de tomar un camino distinto al de los padres. En la primera parte, habla el niño: se llama Personajes Secundarios. Aquel chico extraviado festeja un terremoto -quizás el de 1985 ó 1987- que lo arranca de la rutina. En plena dictadura, cuando los hogares de clase media eran lo que el narrador llama fortalezas íntimas, el temblor de la tierra y el peligro de derrumbe le abren un mundo nuevo. El niño que veía a Pinochet como un personaje televisivo se encuentra con sus vecinos. Entre ellos hay un misterioso hombre que vive solo, del que se dicen cosas que él no llega entender.
Claudia, la sobrina de ese hombre, le pide que lo espíe. Él le dice que sí. Lo hace con obsesión, de forma candorosa, aunque sin entender por qué o para qué tiene que seguirlo. Años después esa misma chica va a convertirse en exiliada, pero de otro tipo: va a escapar de su propia familia y de un país que no se decide a salir de la dictadura. La novela, dice Zambra, es siempre la novela de los padres y de ese destino es del que tratan de huir sus personajes.
Los progenitores del protagonista no ocupan un lugar heroico. El padre es el que miraba los discursos de Pinochet sin emitir sonido, el que repite siempre los mismos chistes y cada tanto refunfuña diciendo que con los militares se vivía mejor. La madre es una figura opacada, que habla, lee y fuma a escondidas de su marido, con el que está unida más por resignación que por amor. Un exponente del no te metás argentino en su versión trasandina.
Al narrador, a esa generación nacida en los primeros años de la dictadura, le tocaban los papeles secundarios. “Los niños entendíamos, súbitamente, que no eramos importantes. Que había cosas insondables y serias que no podíamos saber ni comprender”, dice la novia al autor en la segunda parte del libro, La literatura de los padres. Escrita en forma de diario, allí el narrador deja de ser el protagonista de la novela y le da la palabra al autor. Sin decirlo, Zambra propone un juego. ¿Es una ficción de un escritor que escribe la novela de la primera parte? ¿Cuánto de autobiográfico hay en ese diario?


viernes, 7 de octubre de 2011

¿ROCKY VS DRAGO? 
SUPLEMENTOS TRADICIONALES 
Y PROYECTOS ALTERNATIVOS.

Dos paneles. Dos temas que se complementan, se tironean, conviven, se mezclan, se distinguen. Muchas preguntas, ¿demasiados problemas?

Los invitamos a participar de la mesa debate que se realizará en el marco del posgrado de Especialización en Periodismo Cultural de la Universidad de La Plata. Sede Buenos Aires.

Martes 11 de octubre. 17.30 hs. Ayacucho 132 (entre Mitre y Perón)

Panel 01: Periodismo o Marketing cultural. Los casos de Ñ, Radar y Adn
Gabriela Riera (periodista), Fabián Bernal (Lic. en Ciencias Políticas), Eduardo Guzmán (Periodista). Modera: Lic. Martín Massa

Pensando el periodismo cultural desde los suplementos de los medios nacionales podemos dar cuenta de la relación de este campo específico de la comunicación con la construcción de una idea de cultura, y de lector a través del recorte de temas y el criterio editorial de cada uno. Así, es posible rastrear la vinculación que guardan estos suplementos con el mercado editorial y del arte como engranaje de la industria cultural, y qué representaciones y legitimaciones terminan por proponer sobre la actualidad de este campo.

Los ejes que nos proponemos analizar surgen de preguntas que son fusibles de crítica y de reflexión. ¿Ayudan los suplementos culturales a pensar la actualidad? ¿De qué forma? ¿Reflejan el espíritu de época o siguen arraigados a parámetros anacrónicos? ¿Qué agenda presentan y qué tipo textos proponen? ¿Es posible inferir, a través de la lectura, de qué formas se financian? En el plano literario, ¿qué libros priorizan a la hora de reseñar? ¿Cuánto espacio se le cede a autores argentinos, latinoamericanos, europeos; a escritores y escritoras noveles y consagradas? ¿Cuánto a grandes grupos editoriales y a sellos independientes o pequeños? ¿Se parecen unos a otros? ¿O prevalecen, sobre todo, las diferencias?

Panel 02: In the pendiente. Los medios independientes ¿De quién? ¿Para qué? ¿Por qué? 
Sebastian Hacher. (Co-fundador y ex miembro de indymedia argentina, miembro de Sub Cooperativa de Fotógrafos y autor del libro "Sangre Salada"; Editorial Marea, 2011), Cocó Muro. (Editora de la revista de arte y cultura Dadá Mini), Ximena Tordini (Revista Crisis).
Modera: Matías Rodríguez

¿Tiene un valor simbólico la cultura de "lo alternativo", o la línea que en los ´90 la separaba del mainstream desapareció? ¿Qué pasa cuando un proyecto que era divertido y espontáneo se vuelve sistemático y se somete a presiones de auspiciantes, lectores, colaboradores no pagos e imprentas carísimas? ¿Persiste el paradigma pedagógico que organiza la producción de contenidos de buena parte de los medios que se autodefinen alternativos?.
El fin de los binomios y los proyectos heterodoxos o trans como posibilidad. ¿Desde donde hacer periodismo? ¿Donde termina lo independiente/alternativo/social y empieza lo oficial? ¿Qué preservar y que vender? 
Un recorrido en primera persona con testimonios de quienes conocen la experiencia en Argentina: Ximena Tordini habla de su recorrido por la Radio La Tribu, Sebastián Hacher de lo que significó formar parte de indimedia y Cocó Muro de los avatares de editar la revista Dadá mini, que difunde el arte sin fijarse a una agenda.

martes, 4 de octubre de 2011

Más extraño que la ficción. Sobre "En los márgenes" de Ignacio Molina

La editorial bahiense 17 grises publicó En los márgenes, un nuevo libro de relatos de Ignacio Molina en el que la cotidianeidad y lo aparentemente autobiográfico rodean algunas tensiones centrales de la literatura contemporánea.

En los márgenes reúne nueve textos que pueden leerse como facetas distintas de la misma experiencia vital. El padre, el hijo, el supermercado, los trámites, los malestares del cuerpo fluyen en una serie de relatos breves, en primera persona, que relatan la vida cotidiana del protagonista.
Ignacio Molina elabora una propuesta narrativa que presenta cada situación como una capa posible de eso que suele llamarse “lo real”. Los textos que lo componen fueron publicados entre junio de 2005 y fines de 2010 en el blog Unidad Funcional. Al dar inicio a ese proyecto on-line, Molina afirmaba en un post: “Por este medio no serán publicadas "mis historias". Esta unidad funcional queda al fondo de una planta baja, y a la literatura, con llave en mano, se llega por el ascensor.” Molina se preocupaba entonces por mantener una cierta distinción entre su obra literaria y esta otra forma de escritura. Seis años después, esa narración de la vida cotidiana en la que Ignacio Molina se convierte en un padre amoroso, va al chino, discute con su pareja o manifiesta sus preferencias políticas se convierte en un libro y la tensión entre lo que es y lo que no es literatura se diluye sin desaparecer.
En el tiempo transcurrido entre ese primer posteo y su versión en papel, Josefina Ludmer hizo circular sus ensayos sobre  la “literatura posautónoma” en  los que plantea que la escritura de una realidadficción funda nuevos modos de escribir y otras experiencias de lectura. Tanto el tinte autobiográfico como la inclusión de subgéneros propios de los medios de comunicación tensionan la definición de la literatura y funcionan como detonadores de una escritura en red que descompone el campo literario. La discusión sobre qué es o no literatura implica necesariamente la pregunta sobre qué es ser un escritor.
Los relatos que integran En los márgenes recuerdan a esos mapas que hacíamos en la escuela primaria. Primero el mapa político comprado en la librería del barrio, encima, pegado sobre el margen izquierdo, un copia en papel de calcar en la que coloreábamos los cuatro climas o los principales ríos. El mapa comprado no era el territorio, y el mapa traslúcido que le superponíamos hacía dialogar nuestro propio trazo con el territorio nacional. En los márgenes exhibe un gesto similar, en el que dos modos de realidadficción se encuentran: el registro que se presenta como autobiográfico y una edición literaria en la que apenas cambian los nombres propios y se eliminan los comentarios de los seguidores del blog.
Los textos de Molina se centran en lo cotidiano, como si quisieran subrayar que es lo único que la vida tiene para darnos. El niño bahiense que juega al basquet se transforma en el adulto que pasea a su hijo por un barrio sonorizado con la música de Telenoche.  En En los márgenes, todo el tiempo pasa el tiempo. Y en ese pasar, la vida es una madeja de realidad, recuerdos y ensoñaciones. Octavio Medina, el protagonista, relata lo que hizo durante el día, cuenta sus sueños futuristas o dramáticos, trata de poner en palabras ciertos estados del cuerpo como el dolor físico, el desvelo o el aura migrañosa y, así, escribe diecinueve años de su vida en pocos párrafos. El paso del tiempo, el envejecimiento, se tornan tan palpables como si fueran un personaje más.
Visitar la infancia desde la experiencia de la paternidad es un tópico frecuente, sin embargo, al ser ubicado en la historia ese enlace adquiere una especificidad. Escribe Molina: “Desafiando el estado de sitio militar y sin cambiarnos, sin temor a cruzarnos con algún vecino, mi mamá y yo salimos a la calle. Alumbrados sólo por la luna caminamos hasta la esquina, y nos quedamos un rato ahí con las miradas en el cielo.”. Molina y su personaje pertenecen a la generación de los nacidos en los setenta, y desde allí se construyen algunos rasgos que aparecen en el libro: la infancia durante la dictadura, la primera juventud durante los noventa, el ingreso a un mercado laboral precarizado, el desmoronamiento del imaginario de la familia tipo con casa, auto y vacaciones regulares.
La lectura de blogs articula lo múltiple en recorridos personales y azarosos al mismo tiempo. El libro podría clausurar esa proliferación atrapándola en una encuadernación. Sin embargo, Molina logra una escritura fractal, en la que las pequeñas variaciones de la ficción moldean relatos que se fugan del papel para abrir ventanas simultáneamente biográficas, ficcionales e históricas.

¡Atención críticos, reseñistas y lectores!



Ya se está distribuyendo Sangre Salada, libro de crónicas de Sebastián Hacher, compañero del taller, colaborador del blog, gran cronista. ¡Felicitaciones!

¿Se acuerdan de este video? Nosotros lo discutimos bastante